martes, 24 de junio de 2008

“La identidad no es sólo genética”

Otra vez, les ofrezco una nota completa; se trata de una entrevista a íctor Penchaszadeh, el científico que inventó el método para establecer el parentesco en segundo grado, que se usa para los casos de sustitución de identidad en menores apropiados durante la dictadura. Fue publicada por Martina Noailles en el diario Crítica de Argentina, el 23/06/2008. 

Durante los primeros años, miraban caritas. Seguían a mamás con bebés en brazos, visitaban maternidades. Buscaban, no sabían dónde, pero buscaban. Con el tiempo, las Abuelas comprendieron que ubicar a sus nietos era sólo el primer paso. Después debían probar ante los jueces que los chicos eran de su sangre. En esa compleja búsqueda por la identificación, la genética se volvió un eslabón fundamental, tal vez tanto como el aporte de Víctor Penchaszadeh, un argentino exiliado en Estados Unidos que les abrió sus conocimientos y también sus brazos.
En plena dictadura, este reconocido experto en genética y pediatría recibió la visita de las Abuelas y no lo dudó: puso su experiencia profesional y militante al servicio de revertir una de las más graves y perversas violaciones de derechos humanos cometidas por los represores. Junto a otros especialistas diseñó una fórmula para inferir la relación de parentesco a partir de los genes de los abuelos. Así nació, por primera vez en el mundo, el índice de abuelidad. Aunque reconoce el importante aporte de la ciencia, Penchaszadeh observa que los análisis son sólo el primer paso de la restitución. “Es mucho más complejo. La identidad de una persona no depende sólo de los genes, está conformada por muchos factores como lo cultural, la historia y la crianza”, asegura.
–¿Cómo conoció a las Abuelas?
–Me fui exiliado en diciembre de 1975, dos días después de un intento de secuestro, probablemente de la Triple A. Estuve cinco años en Venezuela y en 1981 me mudé a Nueva York, donde formé parte de un grupo de solidaridad de argentinos y de la Asociación para el avance de las ciencias, que tenía un programa de derechos humanos muy activo. En noviembre de 1982 me vinieron a ver (María Isabel) “Chicha” Mariani y Estela Carlotto. Estaban buscando la manera de comprobar de forma científica si varios chicos ubicados eran realmente sus nietos.
–¿Así surgió la idea de elaborar un índice de abuelidad?
–Junto a otras personas empezamos a estudiar el tema y al final un equipo diseñó una fórmula matemática estadística para poder inferir la relación de parentesco, aun no estando vivos o disponibles los padres. Todo chico tiene material genético de sus cuatro abuelos así que la técnica era la misma. Al principio se usaron marcadores indirectos y recién en el 85 apareció la técnica de ADN.
–¿Sabía que existían niños apropiados?
–Sí, yo sabía, porque sabía de la existencia de Abuelas y de todo lo que estaba pasando en la Argentina.
–¿Qué significa para usted haber aportado a esa búsqueda?
–Me hizo sentir muy útil. Yo era un activista de derechos humanos así que se juntaba todo: trabajar por mi país, usar mi disciplina y hacer que la genética sirviera para algo como esto. Desde entonces, mi relación con Abuelas es indisoluble.
–¿Cree que los apropiadores pensaron que los familiares de los chicos nunca los ubicarían?
–Pensaban lo mismo que los militares: que podían hacer lo que quisieran y que habría impunidad por los tiempos de los tiempos, que nadie los denunciaría. Pero los primeros chicos que se encontraron fueron por denuncias de vecinos, de parteras o anónimas. No tuvieron en cuenta el factor humano.
–A la genética no se la suele ligar con los derechos humanos...
–Durante la primera mitad del siglo XX la genética fue un instrumento de dominación, opresión, genocidio, discriminación y racismo. Aunque en esa época no se sabía nada de genética, no hacía falta, porque los ideólogos decían que había razas superiores o que, por ejemplo, si alguien era un criminal era por algo genético. Después de la Segunda Guerra, la genética era casi una mala palabra.
–¿Eso cambió? ¿Usarla para ubicar a los chicos la reivindicó?
–Fue una gran oportunidad. Pero la genética sigue siendo un lugar de refugio de elitistas y racistas. Hace unos meses, James Watson, el premio Nobel de Medicina que descubrió la estructura del ADN, dijo que los africanos son inferiores a los europeos. Eso es lo que se llama reduccionismo genético. No tienen en cuenta factores como la falta de oportunidades, educación, nutrición, salud, servicios. Los genetistas que piensan como yo son minoría. El tipo que se mete a estudiar genética es porque algo de reduccionismo tiene en su mentalidad.
–¿La experiencia de las restituciones demostró que los análisis de ADN son sólo el primer paso para la recuperación de la identidad?
–Acá lo genético es lo más sencillo. Una prueba de laboratorio bien hecha y nada más. Lo demás es mucho más complejo. La identidad de una persona no depende sólo de los genes, está conformada por muchos factores como lo cultural, la historia, la crianza. En los casos de los chicos que buscan las Abuelas todo esto milita en contra, sobre todo si han sido criado por represores. Hay más de 300 que todavía no sintieron el llamado de la duda o lo sintieron pero tal vez tienen miedo a cualquier cambio del statu quo.
–¿Cree que debe primar el derecho a la verdad o a la identidad?
–En toda cuestión de identificación hay circunstancias encontradas. Yo creo en el poder de la verdad pero también en el derecho a la privacidad. Lo que decida la Justicia en principio lo acepto, si determina que se debe allanar para tomar muestras no tengo razón para no aceptarlo. Aunque cuando la Corte menemista le dio la razón a Evelyn Vázquez yo dije que era una aberración porque allí era necesario para resolver un delito. Pienso que es una cuestión más del orden de la ética que de la Justicia.
–¿Qué opina del rol que tomó el Estado en esta búsqueda?
–Es una gran falencia. El Estado tiene que garantizar la vigencia plena de los derechos humanos en el país. Las Abuelas han tenido que batallar permanentemente y recurrir a la Justicia. El gobierno como tal nunca ha estado presente. La ley de Banco de Datos Genéticos salió a cuentagotas y con mucha presión. Yo no dudaría un segundo en hacerme los análisis porque la verdad es la verdad. La dificultad que encuentro es que alguien tenga el poder de obligarnos.
Menéndez: un juicio termina y otro empieza
Las audiencias testimoniales en el juicio oral y público contra Luciano Menéndez y otros siete represores llegan a su fin. Esta semana finalizaría la ronda de testigos en los casos de delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino cordobés La Perla y la sentencia del Tribunal Oral se prevé para julio. Pocos días después, el 5 de agosto, Menéndez será sometido a otro porceso, esta vez en Tucumán, por el secuestro y desaparición del senador provincial Guillermo Vargas Aignasse.
El camino hacia los nietos
A partir de su experiencia, el genetista Víctor Penchaszadeh escribió el prólogo de Las Abuelas y la genética. El aporte de la ciencia en la búsqueda de los chicos desaparecidos. El libro, que incluye entrevistas a reconocidas personalidades de la ciencia y de las propias Abuelas, repasa el camino para identificar genéticamente a los nietos apropiados durante la dictadura. El próximo 2 de julio será presentado en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, con las Abuelas y Penchaszadeh como panelistas.

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