Sangrías, trepanaciones, lobotomías, amputaciones, quimioterapia, cirugías a corazón abierto, clavos en los huesos..., algunas prácticas médicas pueden ser realmente intimidantes hasta el punto de ser cuestionadas por ello o utilizadas sólo en casos límite.
Pero de todas, probablemente ninguna haya gozado de tan mala fama (justificada o no) como los electroshocks, también conocida en la actualidad como Terapia Electroconvulsiva (TEC).
Algunas historias bastante truculentas sobre los usos médicos del método y otras que directamente lo relacionan con la tortura lisa y llana han servido para que la mayoría de la gente los descarte de su imaginario como terapia potencial de alguna utilidad.
Es de esa maraña de prejuicios, evidencias y polémicas que hay que desentrelazar la potencial capacidad de cura del más simple sadismo, e incluso de la experimentación a ciegas con seres humanos.
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